Maritchu Seitun es psicóloga especialista
en niños y orientación para padres. Ha escrito diferentes libros sobre
educación de los hijos y relaciones familiares e innumerables artículos sobre
temas de familia y problemáticas vinculares.
Entrevistada por Citas de Radio,
en su columna semanal “Pensando en Familia”, habló sobre el tema del abuso
sexual infantil haciendo hincapié en las formas de prevención que se encuentran
al alcance de los padres.
En primer lugar, asegura la
psicóloga, es importante enseñar a los niños a decir “no” en diferentes oportunidades, aun cuando implique hacerlo con
los propios padres. Si los padres enseñan al niño a aceptar siempre todo los que
ellos proponen, están entrenando al hijo para que no le niegue nada a ningún
adulto con todos los riesgos que ello conlleva. Si de otro modo, se acepta que
el chico se niegue a determinadas cosas pequeñas como puede ser no terminar la
comida o elegir el abrigo que usarán, se le está permitiendo pensar en libertad
y a expresar opiniones desde que es pequeño.
La segunda pauta que propone Seitún es dar a los niños información sobre sexualidad. Al dar esa información se explica al niño que su cuerpo tiene partes privadas. La ropa interior (bombacha, corpiño y calzoncillo) cubre esas partes privadas del cuerpo que van a ser muy importantes cuando sea mayor y quiera tener un hijo. Por eso no las puede tocar nadie más que su mamá o su papá o el doctor delante de los padres. El niño debe tener muy claro que nadie puede tocar esas partes privadas de su cuerpo y nadie puede hacer que él mismo toque sus partes privadas.
Un tercer tema importante en la prevención es que los chicos deben tener muy claro que nadie les puede pedir que conserven secretos. Ellos deben saber que pueden contar todo a sus padres y que nadie los puede amenazar. Para eso es fundamental mantener abierto el canal de comunicación. En algún momento del día los padres deben acercarse a cada hijo para escuchar lo que quieran contarles. En la mayoría de los casos serán cosas pequeñas como la pelea con una amiga o los dibujitos que vieron ese día. Pero si se mantiene esa disponibilidad y ese espacio abierto el niño sabrá en qué momento puede hablar con sus padres sobre algo que no les gustó. Además, asegura la especialista, hay que ayudar a los hijos a reconocer las situaciones de incomodidad y las cosas que los asustan. Si se les enseña a negar las cosas que les dan miedo luego no van a poder reconocer los peligros reales. Es importante validar las emociones negativas de los chicos cuando algo no les gusta, por ejemplo, las cosquillas. Cuando a un niño deja de gustarle el juego hay que detenerse. De ese modo le enseñamos al chico a decir que no le gusta que le hagan determinadas cosas, que le incomodan o le dan miedo. Porque en el caso de enfrentarse con un abusador el chico debe poder reconocer lo que su propio cuerpo le dice.
También es importante trabajar el tema del pudor y el cuidado de la intimidad. A partir de los cuatro años, los padres del niño deben cerrar las puertas del cuarto y del baño para cambiarse. Es un modo de marcar una frontera. Si el niño puede entrar al cuarto de los padres en cualquier momento se le está enseñando que no hay un límite relacionado con la intimidad del cuerpo. A partir de los 8 años, los mismos chicos deben empezar a cuidar su intimidad bañándose solos y cerrando las puertas de sus cuartos para cambiarse.
Maritchu Seitún cree que estas
pautas pueden aplicarse a partir de los tres o cuatro años ya que la prevención
debe comenzar desde que son muy pequeños.
¿Qué hacer frente a un caso de abuso?
Al ser consultada sobre cómo
deben proceder los padres una vez que ha ocurrido una situación de abuso, ella
asegura que lo primero que se debe hacer es una consulta médica que permita
determinar qué es exactamente lo que ha ocurrido. Además, es importante mantener
la tranquilidad por parte de los padres, ya que si bien se trata de una
situación muy complicada, lo será aún más si la madre se encuentra
descompensada y el padre reacciona teniendo un ataque de ira. Los padres
necesitan estar estables para ayudar al niño que vivió esa situación.
En segundo lugar, asegura la especialista, hay que darle la oportunidad al niño de seguir hablando (puede ser con una psicóloga) para que entienda que él o ella no tiene ninguna responsabilidad en lo ocurrido. Porque este tipo de abuso genera en el niño un cierto placer que hace que sienta culpa. Además, significa para el niño un cierto honor que el adulto lo haya elegido para tocarlo o pedirle que lo toque. Por eso es muy importante que entienda que no es su culpa. Debe entender que el adulto debe cuidarlo y que si eso no sucede es un problema del adulto y aunque él haya aceptado esa situación sigue sin ser su responsabilidad.
Según la psicóloga, es importante
hablar sin ansiedad y sin angustia. No hay que preguntar tanto sino estar
abiertos a lo que el niño quiera contar. Si se hacen demasiadas preguntas los
chicos se confunden y dicen lo que creen que queremos escuchar. A veces es
mejor no preguntar nada e ir directamente a la consulta psicológica para que un
profesional que no está comprometido con el tema pueda indagar.
Algunos indicadores
Maritchu Seitún dice que los
indicadores a los que se debe estar atento para detectar un caso de abuso son
los cambios drásticos de conducta sostenidos en el tiempo. Si un niño no se hacía
pis y empieza a hacerlo todas las noches, se empieza a tocar los órganos
genitales, o comienza a tener pesadillas de modo recurrente se debe prestar
atención. No se trata de episodios aislados, pero si estas cosas ocurren durante
un tiempo más prologado se debe prestar atención ya que puede estar sucediendo
algo que no se ha registrado, relacionada con el abuso o algo diferente.
Al terminar la entrevista, la psicóloga aclara que los padres no son omnipotentes. Se debe cuidar a los hijos de la mejor manera posible pero en algunos momentos hay ciertas cosas que se pueden escapar. La culpa en los padres no ayuda ya que lleva a sobreproteger a los chicos y tomar conductas equivocadas. Si sucede algún tipo de abuso en un hijo o una hija no es tiempo de reproches sino de reparación. Hay que hacer lo necesario para que el niño esté bien y entender que las cicatrices también nos convierten en quienes somos. Nadie quiere que esto le suceda a un hijo, pero si llegase suceder hay que ocuparse de reparar las heridas para seguir adelante y continuar con la vida.
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